Eras tú.
Era tu mirada, tan turbada que te cuesta saber donde
mira. Tan profunda, y triste, que te dejas llevar por ella
sin saber donde está el destino. Y a la vez tan alegre,
que me hace sonreír sin saber el comienzo.
Era tu sonrisa, esa que abre mundos, apaga fuegos,
calma tempestades, y habla sin letras.
Eran tus manos, sobre tu regazo, juntas y sin saber a que
agarrarse. Eran ellas, esas manos que un día estuvieron
entre las mías.
Eran tus piernas, las que te sostienen, las que te hacen
caminar y no decaer. Esas que si te dejan caer, son las que
te vuelven a levantar.
Era tu pelo, ese que llena tu almohada cuando duermes.
Era tu respiración, pausada y lenta.
Era tu tranquilidad, aquella que me hace dormir sin
temor a mis monstruos.
Eras tú, pero al levantarte de aquel asiento, y de bajar del
autobús, me di cuenta, sólo eran mis ganas de verte.
3 comentarios:
Precioso volver a verte publicar! Que triste el texto, es muy bueno. Transmite mucho!!
Nos leemos :)
Besos desde el Taller
Precioso ese final.
Duele, pero es precioso...
Un placer leerte.
:)
Como siempre, tus textos siempre me transmiten mucho. Quizás por la sencillez de las palabras. Es magnífico.
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