02 noviembre, 2011

Juego

Se sentaron juntos. Distanciados. En la misma mesa. Cada uno con su bebida. Ella con su café, él con su té. Sin decir palabra. Silencio. Respiraciones entrecortadas. Suspiros interminables. -pensar en renunciar.-
Tras darle un sorbo a su  café. Ella le miró a los ojos. Él esquivo esa mirada. No quiso. Nunca quiso.
Tras esa negación, ella hablo.

-¿A que juegas?

En ese momento, él miro hacia la barra donde la camarera limpiaba un par de vasos, soñando con una sonrisa diaria. Trago saliva, y hablo.

-A vaciarte la mente. A dejarte sin ninguna réplica.
- No me gusta ese juego, y menos si he jugado sin saber.

Ella no tardo en contestar. No tardo en devolverle la palabra. Quería ver la angustia que sufría él al verle con tantas palabras, cuando a él le faltaban todas.
Él se revolvió en la silla, se llevo el vaso a los labios. No bebió. Estaba haciendo tiempo. Pero el tiempo no se hacía.

Ella se recostó en la silla. Bebió. Saco un boligrafo de su bolsillo, y empezó a girarlo entre sus  dedos. Inconstante. Para tranquilizar sus nervios. Le tocaba tirar palabra a él, no a ella. Aunque se muriera por soltar varias. Pero tenía que esperar. Esperar a la espera. Algo que parecía no tener fin.

El café se estaba acabando.

-Has jugado sabiendo. Desde el principio, y parece ser, que hasta el final.
-No me has dejado saber. No me has dejado adivinar. Es un juego cerrado, y nunca me has dejado salir. En un sinsentido, y yo seguía. No se porque, pero seguía.

En ese momento. Las palabras terminaron, junto con el café. La camarera recorria el bar en busca de la sonrisa diaria. Ella le miro por última vez. Se levantó. Y jamás le dijo una palabra más.

1 comentario:

Unknown dijo...

Tienes un problema con las tildes, Mharía. Aparte de eso, el sentimiento transluce a la perfección. Diría que se te dan bien los detalles, como el boli con el que Ella se pone a juguetear nerviosamente o el énfasis que haces en lo que tarda Él a contestar, en contraposición a Ella, que lo hace enseguida. Lo único que me chirría un poco es la camarera "en busca de la sonrisa diaria", que enñoñece el conjunto más de lo necesario.