08 diciembre, 2013

Feliz cumpleaños

"Feliz cumpleaños" decía el mensaje.
Me desperté, enrollada en la sábana y siendo consciente de que cumplía 24 años.
Apagué mi mente, y me levanté como una autómata.
"Feliz cumpleaños" citaba su mensaje.

Me levanté, y me fui a preparar el primer café de la mañana.
Sería una mañana larga.

Aun recuerdo su llamada de anoche.
"Estoy enámorandome de ti, y por eso estoy alejandome de ti. Porque no quiero, no me siento con fuerzas, y no quiero quererte"
Aun recuerdo cuanto me costo dormirme. Aún recuerdo su voz.

Fue duro volver a la realidad. Tras tanta ensoñación, el café se había enfriado, yo me había enfriado, y el reloj se había parado.
Me repuse. Me fui a la ducha. Enchufé la música, y me sumergí en mis ensoñaciones. Dejé que el agua recorriera mi cuerpo de arriba abajo. No me moví. No intenté alcanzar el champú, me faltaban fuerzas. Dejé el agua correr a su antojo, por todos los recodos de mi cuerpo, por donde quisiera ir, ahí podia llegar. Perdí de vista los segundos, más tarde los minutos y quizás las horas. Volví en mí. Mi pelo mojado, mis manos, mis piernas, mi torso. Todo ello delataba que mi ducha se había alargado más de lo debido. Cogí la toalla, y salí. Quise volver a entrar, no quería cruzarme con la realidad, pero no había forma de huir.
Me vestí. ¿Donde iba a ir? ¿Con quien ir? "No estarás sola.." citaba la canción.

Cogí el móvil, todo lo necesario para un día rutinario, y salí a la calle. Al abrir la puerta, ahí me quede. Muda, quita, sin respirar, y sin saber donde mirar. Ahí estaba ella. Sentada enfrente del portal. Esperando. Esperandome. Yo quise huir, ya me lo había dejado todo claro con la llamada. Pero mi cuerpo me desobedecío, y ser acercó a ella.

- Feliz cumpleaños- dijo
-Gracias.- contesté

Ya no supimos que decirnos. Intenté mirar el reloj, para disimular. Pero al ir hacer el gesto, me di cuenta que hacía años que yo no usaba reloj. Mi cara me delató.
Ella me pilló.

-¿Tomamos un café?¿Tienes tiempo?
-Claro- contesté laconicamente.

Caminamos una al lado de la otra. Convertidas casi en extrañas, pero al mismo tiempo, nos conocíamos hasta dolernos.
Llegamos a la cafetería, el silencio era el lenguaje que hablabámos las dos.

-Café con leche, por favor. ¿Tú que quieres?
-Lo mismo.

Y así fue.

Nos sirvieron los cafés. El silencio se hizo palabras.

-¿No vamos a hablar?
-¿De que?

Y las palabras se convirtieron en silencio.

5 comentarios:

Isabel Motos dijo...

"Caminamos una al lado de la otra. Convertidas casi en extrañas, pero al mismo tiempo, nos conocíamos hasta dolernos.
Llegamos a la cafetería, el silencio era el lenguaje que hablabámos las dos."
Pufff... ¿quién no se ha sentido nunca así con alguien?

Vaya manera de volver después de tantos meses... por la puerta grande, sin lugar a dudas. ¡Espero seguir leyendo entradas como ésta! :)
Un abrazo!

pauline dijo...

El viernes me quedé esperando recibir un mensaje de "Feliz cumpleaños". Mensaje que, por cierto, nunca llegó.

Si te queda pegamento, me vendría de maravilla.

Unknown dijo...

Y a veces, el silencio habla más que las palabras...

Marina dijo...

¡Buf...! Qué entrada más dura, Iréz... me ha dolido en el alma.

Es increíble cómo puedes hacerme sentir cada una de tus palabras.

Un abrazo :)

Rocío dijo...

Llevo unos días en los que me hablan las tripas. Hacía AÑOS que no me pasaba. Llego aquí, como tantas veces, con ninguna esperanza de encontrar nada nuevo. Y he dejado que te leyeran mis tripas. ¡Capulla! Qué genial eres.