14 junio, 2006

El principito


Me miraba con mi martillo en la mano, los dedos llenos de grasa e inclinado sobre algo que le parecía muy feo.
-¡Hablas como las personas mayores!
Me avergonzó un poco. Pero él, implacable, añadió:
-¡Lo confundes todo…todo lo mezclas…!

Estoy volviendo a leerme "El Principito". Y he llegado aquí, y esto me ha hecho pensar. Cada lectura que haces del principito, cada edad en que la haces, es diferente. Las circunstancias, los hechos distintos, y en cada nueva lectura descubres algo nuevo. Yo hacía tiempo que no lo leia, y me han entrado ganas, y aquí estoy.
Este fragmento me ha llamado la atención, y otro día explicaré porque. Hoy por hoy, sólo quiero leerlo,y saber que esa historia la sabrá mi primo. El cual empieza su historia en Noviembre[¡¡sueña pequeño!!]
Pongo otro fragmento, y otra forma de ver la vida. Las historias. El viaje del principito, y yo iré con el.

El planeta siguiente estaba habitado por un bebedor. Fue una visita muy corta, pues hundió al principito en una gran melancolía.
-¿Qué haces ahí? -preguntó al bebedor que estaba sentado en silencio ante un sinnúmero de botellas vacías y otras tantas botellas llenas.

-¡Bebo! -respondió el bebedor con tono lúgubre.
-¿Por qué bebes? -volvió a preguntar el principito.
-Para olvidar.
-¿Para olvidar qué? -inquirió el principito ya compadecido.
-Para olvidar que siento vergüenza -confesó el bebedor bajando la cabeza.
-¿Vergüenza de qué? -se informó el principito deseoso de ayudarle.
-¡Vergüenza de beber! -concluyó el bebedor, que se encerró nueva y definitivamente en el silencio.
Y el principito, perplejo, se marchó."No hay la menor duda de que las personas mayores son muy extrañas", seguía diciéndose para sí el principito durante su viaje.

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