23 agosto, 2006

Una rutina


Mañanas frías, aulas llenas, libros rotos, miradas cruzadas y ropas limpias. Pasillos abarrotados de preguntas absurdas, de preguntas que no saben donde van, ni con quien irán. De personas buscando su destino para los próximos 9 meses. Donde compartirán suspensos, aprobados y críticas de toda persona que cruce aquella puerta que es su mundo. De toda persona con la que se cruce por los pasillos, que se encuentre en puertas, y que coincidan en los baños llenos de humos porque el alma de algunos se queman…Huele a mochilas nuevas, a libros cerrados que pronto mutaran en libros llenos de palabras incoherentes hacia alguna muchacha. Llenos de sentimientos hacia alguien que vive en la puerta de enfrente, y que sus estudios van mejor que los tuyos propios. Que su lápiz nunca rozara tu libro, ni que tus labios besaran sus comisuras. Que mientras tus profesores te explican que la materia es para el examen, tú pensarás en como salir de tu prisión, y dejar que las palabras te susurren como llegar hasta ella. Como describirle que tus apuntes no son apuntes, sino imaginaciones tuyas sobre su vida, sobre la tuya, sobre la vuestra en común. Como preguntarle que le gusta, y como. Pues tú sólo la observas día a día cruzar el umbral de la puerta del edificio donde tus sueños están atrapados. Todas las mañanas tus ojos recorren su cuerpo, hasta llegar a sus ojos, y no puedes parar de mirarla hasta que llega a la esquina, y gira para subir a que le cuenten que murió tal persona y que hizo por este mundo. Que tu existencia solo se salva de verla cada mañana bajar del autobús, e ir calle arriba desde donde tú la estás observando silenciosamente

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